Cuando la culpa llama a la puerta
Alrededor de la mesa no solo te encuentras con tus familiares, amigos, los reencuentros que hace tiempo que esperas. No, alrededor de la mesa, está también, muy cerca de cada plato a rebosar de comida, en cada cesta de turrones y mazapanes, en cada copa para brindar, la culpa.
Es la culpa la que te lleva a poner restricciones, a bajarte el ánimo y a repetirte mensajes negativos que dan vueltas en tu cabeza haciéndote sentir mal para que cumplas con los objetivos marcados. La culpa presidiendo la mesa, cortando conversaciones, interrumpiéndote mientras cantas villancicos y vas a coger un poco de ese algo que no entra en el plan establecido. Y no es justo, no es justo que tengas que lidiar con esa sensación de estar haciendo algo mal cada día y tampoco es justo que te pienses varias veces si te va a compensar ese plato de comida cuando lo importante de estar en la mesa es compartir, disfrutar y dejarte llevar.
El diálogo interno: un viaje de autocompasión
Piénsalo un segundo. ¿Cuántas veces estás feliz, riéndote, pasando un gran momento con los tuyos y, al darte cuenta de que has comido de más, tu ánimo se nubla? ¿Cuántos momentos se estropean por pensar que ese turrón no te hace bien, que tanto esfuerzo no ha servido para nada? ¿O te hablas de forma negativa y dura con frases como: no eres capaz, menudo fracaso, no puedes con nada?
No te lo mereces. Lo que te mereces es vivir, disfrutar, aceptar que cada día es diferente y celebrar. Después de estos años tan difíciles de encierro, de cambios de conductas y de este maremoto de emociones, te mereces sentarte en la mesa sin preocuparte por nada.
¿Qué nos puede ayudar?
Como dice María Pastor, nutricionista y biomédica especializada en clínica, salud hormonal y digestiva de Calma Project, los momentos puntuales no van a hacer de tu alimentación algo poco saludable, al contrario, te llenará de salud dejar el estrés y la culpa a un lado.
Si no tienes patologías que te lo impidan, estas fiestas aférrate a la flexibilidad y olvídate de esos pensamientos que te llevan a la sensación de haber fallado. La vida está en constante movimiento, fluir es la clave para que estas fiestas no sientas que la culpa arrasa con todo.
Ingesta consciente para disfrutar las fiestas sin culpa
María nos ha dejado algunos consejos para que te olvides de esas sensaciones:
- Deja de moverte en el todo o nada. Si decides comer algo que consideres que está fuera de lo que es saludable para ti, intenta ser flexible. Cambia este pensamiento: bueno, ya he hecho todo mal, me como toda la caja de bombones, si total, no sé cumplir con nada. Por este: me comeré un bombón porque me apetece y no pasa nada. Al no restringirte, el ansia se calma.
- Si un día has comido mucho y se te quita el apetito, puedes hacer una cena ligera. Escucha a tu cuerpo, sé consciente de lo que realmente necesitas, pero, por favor, no te saltes comidas por haber hecho la anterior más copiosa. No te beneficia en absoluto porque al dejar espacio a la culpa, aumenta tu estrés y malestar (y eso tampoco es saludable).
- Si quieres darle un respiro a tu cuerpo porque sientes que estás hasta arriba de tantas fiestas, prueba con caldos, cremas de verduras suaves y proteínas magras como los pescados blancos, el pavo o el pollo. Además, te ayudarán a saciarte.
En definitiva, la restricción autoimpuesta solo genera el efecto contrario a lo que necesitas. Y oye, después de todo lo vivido, este año estamos aquí para celebrar nuestra fortaleza y abrazar fuerte a los que están alrededor de tu mesa.
Y recuerda, si necesitas algo más, si tienes alguna duda o te incomoda cualquier cosa que tenga que ver con tu alimentación o tu bienestar, María siempre está aquí para ti.