Empecé las clases de pilates con Marta para probar si me gustaba pero con un poco de miedo de no ser capaz de seguirlas, de si serían muy frías por videollamada y me encontré con la sensación de tener a la profesora en el salón de mi casa y no sólo durante la clase misma, si no durante la semana, acompañándome, preguntándome especialmente en las primeras sesiones si tenía agujetas, si me encontraba bien. De esta manera, fui poco a poco aprendiendo y encontrándome muy bien y muy a gusto, con la clase, con la profe y conmigo misma. Las clases de pilates me han hecho más consciente sobre mi cuerpo y lo que voy necesitando en cada momento. Han favorecido un diálogo conmigo misma. Además, el acompañamiento de Marta, sus ánimos, las felicitaciones por los avances me han reforzado y ayudado a sentirme capaz de hacer, a mi manera y a mi ritmo, lo que me proponga hacer.

Hacer pilates con Marta es mucho más que fuerza, equilibrio, confianza, flexibilidad, conciencia o coordinación (que también). Es entender tu cuerpo. Es el día a día, sentirte cada vez más fuerte. Es, sobre todo, tiempo para ti. Se centra totalmente en ti, en lo que necesitas y en cómo estás cada día. Entiende que a veces estés más cansada y otras más a tope, y se adapta. Siempre confiando en ti y dándote ánimos para sacar lo mejor de una misma. No hay dos clases iguales. Trabajo, constancia, dedicación y pasión para ofrecerte eso. Además, Marta tiene ese algo especial, que conecta. Siempre, siempre, siempre, te recibe con una de esas sonrisas que brillan en los ojos. Todo un placer hacer deporte, cuidarse y divertirse con alguien así. ¡Las clases con ella son acierto asegurado! Eso sí, recuerda esto: no la creas cuando dice “vamos que es la última”. Spoiler: siempre hay más

Con Marta he aprendido a conectar con mi cuerpo y a darme cuenta de lo importante que es ser consciente de lo que hacemos. Gracias a Marta he encontrado el deporte que de verdad conecta con mi cuerpo. Es paciente, escucha cualquier molestia que pueda tener, me explica cada ejercicio con calma, observa con atención todos mis movimientos y me repite detalles esenciales para que no me haga daño. Tuve un accidente de coche hace un año y medio y por fin he conseguido dar con alguien que me ayuda a entrenar teniendo en cuenta las secuelas que tengo. Tenemos tres clases semanales, pero si por mí fuera haría todos los días. Además de todo esto Marta es una mujer llena de fuerza (y escribe unos textos increíbles) y no puedo estar más contenta de haberme cruzado con ella.

Soy un apasionado del ciclismo de carretera, la típica persona que de salida no piensa en hacer pilates, yo era más de meterme de cabeza al gimnasio y no lograr resultados. Comencé en pilates por el hecho de acompañar a mi pareja, ya que ella no tiene una fuerte apetencia por el deporte. A día de hoy me aporta tiempo de calidad con mi pareja pero además, una gran mejoría en mi deporte principal, he equilibrado la parte superior de mi cuerpo y esto me da una mayor estabilidad y fuerza lo que se ha traducido en conseguir mis mejores registros sobre la bicicleta.

Cuando vi a Marta por primera vez me dije ‘esta chica es vida’ y así es, ella engloba todo lo que vale la pena. No soy una persona a la que le apasione el deporte, por lo que de inicio empecé sus clases por la necesidad de cuidarme y en la primera ya me di cuenta de que no solo te sienta bien al cuerpo si no también al alma. No es ejercitar músculos solamente, es conocer nuestro cuerpo y hacer que funcione bien, mejorar y que esté en sintonía con nuestra mente. Trabajar con Marta es invertir en salud, es vivir mejor.

Conocer, comprender y experimentar en cada clase, así es Marta, disciplina e inspiración. Cuerpo y mente, una hora con retos, concentración, conocimientos y sonrisa de satisfacción al finalizar cada clase. Cómo simplemente estar a ser y estar gracias a ella. Inspiración pura con mucha carga de sudor.