Mirar dentro, cómo cuesta esto. Espacio honesto, que perdona, acoge, que da permiso al error y no juzga, libertad de equivocarnos. Descalzarnos, sentirlo todo, vivirlo todo. La vida está en los pies y no sobre los hombros. Que no pese, andar ligeros. Cómo llena. Ser fuertes y rompernos de vez en cuando. Rendirnos a lo que es. Exponernos a todo, vaciarnos porque no nos vamos llenando, estamos llenos y vamos dejando cosas, en personas, en lugares. Recordar evidencias, perimetrar lo sencillo, ir a lo pequeño. Prestarnos un poco más de atención porque no importa lo que pasa fuera. La cadencia, sentir nuestro ritmo. No aprovecharlo, agilizarlo todo y disfrutar de la belleza de lo inútil, eso que simplemente es. Estar a esto y no en lo siguiente, carrera de obstáculos, rueda que gira y gira, ¿a qué tenemos miedo? ¿Por qué tan rápido? Saber por qué hacemos lo que hacemos. Conocernos bien, querernos muchísimo. Vivir ahora, movernos lento, estar aquí. La vida es eso, descalzarse, vaciarse, romperse, decir eso, hacer esas cosas, estar con esas personas que te hagan pensar: la vida es esto. Está todo por hacer. Y la vida no espera ni avisa. Pero no hay prisa.